martes, 31 de enero de 2012

Respuesta a los comentarios por la crítica de Las Becas del Bicentenario 2011

Señores Mario Niño, Luis Fernando Orduz y Mario Mantilla.

Nota aclaratoria. Mi respuesta a sus comentarios por la crítica que hice de Las Becas del Bicentenario 2011, debo escribirla en la página principal, debido a que el blog no permite la publicación completa de mi texto debido a la extensión de este. 


Durante diez años el periódico 15 ha sido uno de los medios de comunicación impresos que se ha caracterizado por su independencia. Por su labor periodística, ha ganado continuamente premios regionales, nacionales e internacionales.
Desde hace cinco años fui convocado para escribir la página de cine del periódico debido a que soy docente del programa de Artes Audiovisuales.  He hecho esta labor  ya que tengo formación tanto teórica como de realización.
Hago parte de un programa que está formando los artistas audiovisuales de la región quienes al igual que el periódico, han ganado premios regionales, nacionales e internacionales.  Pero esto no ha sucedido de la noche a la mañana, ni porque han llegado genios en espera de ser descubiertos. Ha provenido de un proceso largo y continuo de constante evaluación y crítica tanto de los procesos como de los resultados obtenidos. 
Desde el primer semestre, los estudiantes tienen claro que al entrar al mundo artístico su obra va a ser exhibida y observada porque ese es el propósito de su creación, que haya un público que reciba la obra. Por esa razón durante toda la carrera están continuamente habituados a las críticas tanto de sus docentes como de sus compañeros del mismo nivel y también de los compañeros de otros niveles.  Esto ha fortalecido la capacidad de respuesta ante la crítica de los estudiantes, al punto que mucho antes de escuchar o leer lo que otros señalan de su trabajo, ya saben que funcionó y que no.
Pero no es el interés del programa estar ganando premios con afán de fama y celebridad. El objetivo está en formar artistas audiovisuales rigurosos, disciplinados y exigentes. Si estudiantes entre los 16 y los 25 años aceptan las críticas, y muchas críticas, ¿cuál es el problema con los creadores audiovisuales más experimentados de la región cuando se les critica su obra?  Es paradójico que el ímpetu de un joven sí las escuche con el propósito de mejorar, pero que realizadores hechos y derechos, las tomen como un ataque personal. Los estudiantes están acostumbrados a esta exigencia, así que, ¿por qué debería ser blanda y conveniente una crítica para ustedes? Es mejor tener igualdad de condiciones. Este tipo de críticas también las hago con ellos en clase continuamente.
Me encuentro en el deber de responder a sus textos de dos maneras, una como periodista y otra como realizador audiovisual. Como redactor de esta página he asumido con responsabilidad los textos que escribo y si por alguna razón se estaba esperando mi crítica, esta la he hecho con la mayor honestidad y argumentación posibles.  Ha quedado claro y de manera grosera también, que no les fue de mi agrado mi texto, pero creo que por eso no se les van a cerrar las puertas, ni tampoco vayan a detener su carrera. No es tan grave el asunto, aunque en sus palabras pareciera que fuera así.  Cumplo con mi deber de dar un punto de vista especializado acerca de tres obras que fueron exhibidas.  Todo artista que expone su obra sabe que provendrán distintas miradas y reacciones. La mía, durante casi cinco años ha sido de las más serias por la continuidad quincenal en la escritura. No es la única, ha habido otras pero han sido más esporádicas.  Si uno no quiere críticas de sus productos, pues se trabaja por encargo para clientes quienes le dan un visto bueno. Eso bien lo saben ustedes. O se hace una obra con un grupo de amigos para que la disfruten entre los que participaron y la gente cercana. Ahí sí se puede hablar de provincianismo, que sólo los amigos aplaudan y den alabanzas, sin que la obra salga de un reducido círculo.
Si no les gusta lo que yo escribo, pues es una opinión que ustedes obviarán para su carrera. Así como si deciden no volver a leer mis textos, otros determinarán si quieren ver o no sus obras. Yo sí quisiera ver las obras futuras de ustedes, porque como lo señalé en el artículo, hay talento, pero las mejoras vendrán para las obras siguientes. Escribí que me llamó la atención el riesgo de la producción y que sus dos escenas de clímax, con los muertos en una, y con la persecución en las escaleras en la otra, ambas tienen mucha fuerza. Eso demuestra que sí hay talento, pero que necesita de mayor continuidad y rigurosidad. Hasta el momento es la obra de mayor envergadura de sus equipos de producción, pero ojalá que no sea la única.
Para buscar otros puntos de vista, lleven sus obras a otros escenarios más exigentes, a otros festivales, que las vean realizadores y productores de trayectoria para que les den su percepción. El mío es sólo uno en esta región, falta ver como les va con el resto de Colombia. Eso lo sabrán ustedes cuando tengan las respuestas, aunque después de leer sus comentarios hacia mí, no creo que las compartan conmigo para ver sí eran absolutamente desacertadas mis apreciaciones. El tiempo y el fogueo lo dirán, para salir del provincianismo.


Mi comentario no fue de pasillo, lo hice abiertamente en un medio de comunicación masivo y escrito, y lo publiqué en un blog para que haya respuestas e interacciones, que las hubo de manera maleducada, pero yo les brindé ese espacio. No era necesario que me escribieran a mi correo personal, como lo hizo el señor Niño, si en el blog estaba el espacio para los comentarios. Tranquilo, el blog informa en el correo personal si hay comentarios.
Sus respuestas son una prueba de que el asunto se volvió personal y dejó de ser profesional. Mi texto no fue personal, fue académico y profesional.
Si hago una crítica debo dar elementos de juicio y de valor, como lo expuse y he dicho abiertamente si un producto es bueno o malo desde mi punto de vista. Para eso es una crítica señor Mantilla, no son para quedar bien con nadie, son para evaluar las obras. No represento ningún grupo económico, ni soy amigo de productores de cine ni de programadoras de televisión, ni me dan pases gratis para ir al cine. Esto me da la absoluta libertad de emitir mi punto de vista sin ningún tipo de presiones, favores, “amiguismos” y menos aun, resentimientos.

Como realizador también tengo mi respuesta también.  El señor Niño me ataca diciendo que soy realizador frustrado y recuerda que fue alumno mío y que fui mal profesor.  Le recuerdo que fui su profesor en un curso técnico de manejo de software de edición en la oficina de ustedes, con las condiciones que ustedes impusieron y a las horas que ustedes podían. No había videobeam, ni estaba adecuado como un aula de clase. ¿Aprendió a manejar el software sí o no? Veo que sí, porque usted mismo edita sus trabajos. Yo le enseñé a manejar un equipo para editar, ya sí usted no es buen editor, es un asunto suyo, no mío.
Actualmente soy docente por gusto y por vocación. Llevo más de ocho años en la docencia y me actualizo en diplomados de producción audiovisual, que por cierto, no los he visto a ustedes por ahí.  Así que no tengo ninguna frustración con mi actual cargo.
Con respecto a la producción audiovisual creo que olvidó la función del año pasado en el auditorio Pedro Gómez Valderrama de la Biblioteca Turbay en donde vio el cortometraje “El paseo” que fue hecho por el semillero de investigación del programa de Artes Audiovisuales de la UNAB, del cual soy tutor y guía continuo.    De este cortometraje fui productor asociado, productor de campo, editor y analista de guión. Fue escrito y dirigido por Raúl Gutiérrez, estudiante mío a quien he formado constantemente desde que inició su carrera, y trabajamos en equipo 20 personas en tres noches de rodaje. Estuvo seleccionado para el festival Equinoxxio de la Universidad Nacional de Colombia y en este momento está concursando en la sección de Nuevos Creadores del Festival de Cine de Cartagena, que precisamente este año estuvo muy exigente en la selección. No somos ilusos, ni avarientos, creyendo que el cortometraje va a ganar, porque somos conscientes que en el resto del país hay muy buenos realizadores. Estamos contentos con la nominación y no estamos esperando aplausos ni venias.
De mi equipo de trabajo, ésta no es nuestra obra máxima, es sólo un peldaño. Es muy apresurado querer tocar el cielo con las manos sólo con una obra. Sí, venimos de la academia y creemos en los procesos.  No hemos tenido ningún lío con las críticas que nos han hecho. Las hemos escuchado todas, sin pegar gritos en el cielo. Precisamente nos señalaron que después del momento de clímax, la obra perdía fuerza. Se volvió a editar, se envío a Cartagena y quedó seleccionada. Usamos la crítica a nuestro favor y no como ustedes que la toman en contra. Envíen sus trabajos a festivales exigentes para saber cuál respuesta tienen y que críticas recibirán, que seguro se las darán sean positivas o negativas. Yo me inclino por las negativas.
Con el mismo equipo de trabajo presentamos cuatro cortometrajes experimentales en La Casa del Libro Total, de los cuales fui director de uno de ellos, y estuve en la labor de productor, editor y analista de guión de los demás. Después de exhibirlos, recibimos las críticas de otros realizadores santandereanos quienes fueron al evento y no hubo ninguna ni pelea, ni altercado por lo que se debatía. Hubo camaradería y respeto en la exposición de los puntos de vista. Abiertamente dijeron cuáles obras les gustaron y cuáles no. Es decir, sí se puede dialogar y criticar en Santander las obras audiovisuales, pero ustedes no estaban allí tampoco.
Por esto en respuesta al señor Orduz, no me interesa enviarle mi reel de trabajo para trabajar con ustedes. Ya tenemos equipo de producción con una productora ejecutiva fogueada en productoras de cine en Bogotá de todo tipo de obras audiovisuales. ¿Le dice algo los nombres de Rhayuela, Autocine FX o Akira Cine? Pues ella trabajó allí y domina muy bien el lenguaje técnico de la producción.   Siguiendo con este tema, después de la proyección de “El paseo” en el auditorio de la Biblioteca Turbay, Mario Niño se acercó a mí y a Raúl Gutiérrez para que en algún momento uniéramos fuerzas y trabajar juntos en proyectos. Desde ese día hasta hoy, usted no ha recibido ninguna llamada de parte nuestra para que trabajemos juntos. No me interesa para nada. Tenemos varios proyectos por desarrollar y estamos en pro de ello con paciencia, perseverancia y disciplina. Si soy un frustrado como señala, ¿por qué me pide que trabajemos juntos? No hay coherencia en ello.
Volviendo con el señor Niño, mi profesión audiovisual se ha enfocado en los últimos años a la escritura de guiones. Tanto así que obtuve la beca Fulbright en Estados Unidos para hacer una Maestría de Guión Cinematográfico. ¿Sí saben que es Fulbright? Es la beca más prestigiosa de Estados Unidos y competí con gente muy preparada en toda Colombia por ello. No se imaginan lo feliz que estoy con mi profesión, mi carrera y mi trabajo. Estaré dos años y medio recibiendo críticas y lecciones de maestros para mejorar en mis proyectos audiovisuales y también usaré ese conocimiento para asesorar los guiones de otros estudiantes y realizadores de la región. ¿Por qué hacer eso? Porque la docencia está en mi vocación, no es un trabajo para pagar las cuentas como lo han hecho otros.
Con respecto al señalamiento que hace el señor Mantilla en que yo había participado en dos convocatorias de las Becas de Creación del Bicentenario pero que no había logrado obtener ninguna es cierto.  En 2010 nos superaron en el área documental, los proyectos de Iván Gaona y Frank Rodríguez, y fue un gusto escribir en el periódico que sus obras fueron muy buenas, y fue un honor haber perdido antes dos realizadores tan serios como ellos.  En 2011, participamos con Raúl Gutiérrez con dos proyectos de cortometraje de ficción y perdimos ante los proyectos de ustedes. No por eso, estamos armando problemas y líos. Ya sabemos cuál es el paso siguiente: seguir escribiendo y seguir participando.  Ahora, digo como realizador y no como periodista, que no puedo repetir lo mismo de 2010 con las obras de Gaona y Rodríguez. Las obras de ustedes tienen mucho por mejorar. Si no quieren ese tipo de críticas, pues allá ustedes, es su problema si no soportan las críticas. Se me sale de las manos que no las manejen.
El asunto de las convocatorias es un asunto de jurados, de lo que ellos prefieran. Un jurado eligió el cortometraje “El paseo” por encima de otros a nivel nacional. No se puede ganar todo, o bueno, eso lo puede hacer el Barcelona F.C., pero nosotros no. En mi equipo de trabajo celebramos las victorias y asumimos las derrotas. Es un largo camino y vendrán más convocatorias. El señor Mantilla no quedó en las becas de ficción de 2010, pero mejoró su proyecto, lo presentó en 2011 y lo consiguió. Es un ejemplo de perseverancia y de fe en su trabajo. Pero no por producirlo, esto se traduce automáticamente en el merecimiento de miles de aplausos. El asunto de poder hacer largometrajes y cortometrajes ya no es un asunto de discusión, ni de alabanzas. Se están produciendo muchas obras en Colombia y en el departamento, así que esta situación no es ninguna novedad. El centro del asunto es la calidad de las formas narrativas y en esto, fueron deficientes sus dos proyectos desde mi punto de vista.
Los invito a leer al escritor y crítico Luis Alberto Álvarez en sus libros Páginas de Cine, volumen 1, 2 y 3. Este hombre hace el mejor análisis del boom de realizadores colombianos de los años setenta y ochenta, cuando Focine les patrocinaba sus películas. Se aprende más de sus textos que de las películas de esa época que fueron bastante malogradas. No se equivocó Álvarez, la gran mayoría de directores, productores y guionistas de esa época, no han tenido continuidad en la actualidad. Dirigen otro tipo de formas audiovisuales. Ellos fueron suplidos por realizadores formados en academia con un juicio crítico con su obra y con la de otros realizadores nacionales. No sólo se aprende grabando o filmando, también se aprende mucho leyendo. Y él también emitía juicios de valor, si una película era buena o no. No le temía a un patrón o a un realizador audiovisual.  Estaba hablando de arte, no de egos, ni de asuntos personales. Y eso que estaba en Medellín en los años ochenta y noventa.
Continuando con el señor Mantilla, por el reducido espacio que tuve en la página del periódico, no pude exponer más acerca la dirección de actores. Muy buen trabajo el del antagonista español, muy creíble y con buena presencia. El protagonista Rubén Mantilla es un actor que conozco muy bien porque ha trabajado con nosotros en cinco cortometrajes y un comercial. Es un actor muy versátil, con gran trabajo físico que puede dar muchos registros. Desafortunadamente no lo aprovecharon porque sus diálogos estaban más en la voz en off. Con los soldados criollos pudieron trabajar más con las líneas y reformarlas en la grabación.  Las escenas simbólicas en miniatura del puente y la hormiga pudieron tener mejor factura en su elaboración de arte porque tenían el presupuesto para hacerlo. Los efectos televisivos como el nombre sonando fuertemente en la presentación, saca al relato de la época. Se puede hacer música sin necesidad de sintetizadores, con diversos elementos de cuerda por ejemplo o muchos más. Hay demasiadas posibilidades para explorar. La decisión final la toma el director y en esto yo señalo que “empasteló” el gran esfuerzo de producción que estaban haciendo. Por último, la escena del flashback de revelación del símbolo del puñal entregado por el ser amado, recordaba las escenas de Camila Loboguerrero en María Cano.
Los invito a que revisen la obra de autores santandereanos como Iván Gaona y Frank Rodríguez quienes han ganado convocatorias nacionales y diversos festivales, y han estado nominados también en varios. Ellos no han dependido de una sola obra para sentirse autores. Ha sido una evolución de aprendizaje constante, autocrítica y recepción de críticas.  La clave de ellos dos ha estado en la continuidad, en pensar en la obra siguiente.
Me parece muy importante para la producción audiovisual del departamento que se abra una discusión de este tipo pero sin ataques personales, ni fragilidad de egos, ni rasgadura de vestiduras. Hay que ser exigentes para mejorar en la región. ¿Cuál es el temor a la crítica fuerte? Desde la academia y la realización, también espero que vengan obras con mayor calidad. Soy santandereano como ustedes y me interesa una visión de Colombia desde acá.  Superen esta crítica porque el mundo no se va acabar por ello.
Y ya que se metieron en aspectos personales, pues también les respondo de manera personal, pero sin ser maleducado.  No tengo resentimientos con ustedes, pero no me gustaron sus obras. No me disculpo por ello. Espero que por este asunto no dejemos de hablar, por mi parte no lo haré, pero si ustedes lo deciden así, es una decisión personal que les respeto.
Me despido siendo feliz pensando en ver “El paseo” de nuevo en el Festival de cine de Cartagena y en la beca en Estados Unidos para escribir cine. Espero que ustedes sean felices pensando en sus proyectos futuros.

Cordialmente,

Luis José Galvis Díaz

lunes, 30 de enero de 2012

Becas del bicentenario 2011: Becas en deuda

(Escrito el 25 de enero de 2012)



Fue presentada el pasado 23 diciembre en el auditorio Luis A. Calvo de la Universidad Industrial de Santander, la segunda versión de las Becas Artísticas del Bicentenario en la modalidad de Artes Audiovisuales que son promovidas por la Gobernación de Santander. El panorama del resultado final de las tres obras fue más de deudas que de logros.
En la versión del año anterior, los dos documentales realizados por Frank Rodríguez e Iván Gaona dejaron una grata imagen de la producción del departamento en esta forma narrativa mientras que el producto que quedó en deuda pero que mayor expectativa tenía, fue el cortometraje de ficción de Leo Carreño. En números básicos, serían dos buenos productos contra uno deficiente.
Este año, las cifras no fueron tan alentadoras: un documental bueno pero con una edición por mejorar y dos cortometrajes con mucha ambición pero que no tuvieron una buena finalización.
El documental El valle de los barrigones producido por John Chaparro, ganador de la convocatoria documental y dirigido por Frank Rodríguez, es un relato que presenta a dos personajes que están obsesionados con un tipo de árbol especial del Valle del Río Chicamocha. Uno de ellos es un fotógrafo que los visita con frecuencia para tener un extenso registro de ellos en el tiempo y el otro, es un campesino de la zona que se dedica a convivir con estos árboles, únicos en el mundo.  Según el primer montaje que plantearon para la presentación, el primer acto tiene más interés periodístico y televisivo por su carácter informativo, que no encadena en continuidad con la mejor parte de la obra que es el encuentro de los dos personajes.  El primer acto es frío al ofrecer datos, ubicaciones y entrevistas descriptivas, mientras que el segundo y tercer acto, son los de mayor emotividad. Su secuencia final es lo mejor de la obra, con este campesino haciendo un reconocimiento de un nuevo lugar en Santander con una cámara fotográfica prestada. El documental El valle de los barrigones con una nueva edición quedará como una obra para enviar a festivales con mejores posibilidades de obtener críticas favorables.

Por su parte, los dos cortometrajes de ficción tienen en su haber que investigaron temas arraigados de la cultura santandereana. ¡Pienta! La hormiga y el coronel de Mario Mantilla, recrea uno de los periodos claves de la guerra de independencia que se vivió en Santander en el municipio de Charalá, con el espíritu guerrero y sacrificado de los habitantes de esta población quienes detuvieron la avanzada española que se dirigía al pantano de Vargas en 1819. Lovestory de Mario Niño, es una historia urbana y de arrabal, que entra en el mundo de las cumbias de un barrio periférico de Bucaramanga con el drama de un joven que tiene la motivación de conseguir unos zapatos deportivos para estrenarlos el día de la fiesta más importante del barrio.  Ambos trabajos son arduos y rigurosos en los contextos que narran y son arriesgados en la producción.  El gran problema que tienen estas dos obras radica en la dirección y el montaje final.

En ¡Pienta! La hormiga y el coronel predomina el lenguaje televisivo y aunque buscó la espectacularidad de varias escenas, estas no fueron tan creíbles así como algunas actuaciones.  A mitad de camino aparecen recursos narrativos como una voz en off para tratar de explicar información del argumento, que se presenta más como un vehículo de salvación que como una propuesta narrativa. Su montaje es desigual en cuanto a la continuidad de color, la música de teclados está fuera de contexto y la finalización de sus efectos visuales y de créditos es descuidada.  En cuanto a  Lovestory tiene tantas interrupciones en su montaje por los excesos de imágenes en la dirección que impide constantemente la sencilla pero llamativa narración de su historia.  Da la impresión de parecer más un extenso video musical que un cortometraje narrativo y el abuso de la intromisión de la música de cumbias interrumpía el relato.
Vale subrayar las escenas de clímax de ambos cortos. La primera, por el descubrimiento de la cámara de la gran cantidad de muertos en la batalla. En la segunda, la persecución por las escaleras en el barrio antes del robo. Pero esto no es suficiente. Hay buenas intenciones con las obras pero su resultado son incompletos.
De todas maneras, esta versión es la segunda de las Becas del Bicentenario, y es sólo el inicio de un largo proceso de la narración audiovisual departamental. Sin lugar a dudas hay talento que con mayor rigurosidad, puede crear mejores obras en un futuro cercano.