sábado, 27 de agosto de 2011

Breve recuento de la cinematografía de Santander

(Escrito para el libro de memorias del 3er Festival Ojos al Aire Libre del 22 al 26 de agosto)

Santander tiene el privilegio de tener en su capital Bucaramanga, la sede de la primera exhibición cinematográfica de la historia de Colombia en los límites de su territorio actual. Esto sucedió el 21 de agosto de 1897 en el Coliseo Peralta ubicado todavía en la carrera 12 con calle 42. Ésta fue hecha por el empresario venezolano Manuel Trujillo Durán con un vitascopio, inventado por el norteamericano Thomas Alva Edison.  Pasada la depresión económica, política y social de la Guerra de los Mil Días, en Bucaramanga fue filmada parte del movimiento urbano del centro de la ciudad en tomas aisladas hechas con un cinematógrafo de los hermanos Lumière en 1904. Solo hasta el año de 1913 la ciudad se convirtió en un centro de exhibición con la inauguración de las salas de cine Universal y Pathé pero sin una obra propiamente hecha en la ciudad.
Un nombre cambió este vacío, el del abogado Félix Joaquín Rodríguez, nacido en Chima, quien en 1910 durante un viaje a los Estados Unidos, tuvo la oportunidad de ser extra en algunas películas en la costa oeste e incluso cargar cables en las producciones. Con el dinero ahorrado realizó Alma Provinciana y la exhibió en 1926. Es el octavo largometraje de la filmografía nacional.  La mayoría del metraje fue hecho en Bogotá, pero hizo unas tomas en los páramos de Santander.   Rodríguez intenta volver a rodar, pero no logró culminar sus proyectos.  Esta frustración lo llevó al suicidio.
En los años treinta y cuarenta, los registros que quedaron, fueron hechos por familias prestantes del departamento quienes filmaron sus actividades económicas y empresariales.  Un hombre de Suaita se arriesgó en los años cincuenta a hacer un noticiero en su ciudad natal y cobrar un pequeño sobreprecio en la taquilla. Fue Andrés Platarrueda quien logró dejar testimonio de la vida social del municipio con corridas de toros, visitas oficiales e inauguraciones, que exhibía cada domingo.
Después de Platarrueda y Rodríguez, continuó la cadena de creadores solitarios, quienes por sus propios medios lograron hacer obras cinematográficas en el departamento.  Aparecieron en los años sesenta los nombres de Herminio Barrera, Pedro Emilio Gamboa, Mario Ribero y Carlos Álvarez, quienes incursionaron en el documental, pero luego la gran mayoría de ellos migraron a Bogotá donde desarrollaron sus carreras, en especial la de Mario Ribero dirigiendo películas y series de televisión. Carlos Álvarez por su parte se estableció en el documental. Herminio Barrera también logró hacer varios cortometrajes en documental y ficción con mayor continuidad.
Otro realizador, pero más aficionado debido a que era ingeniero, fue Augusto Schroeder quien con sus cámaras de 8 mm y 16 mm rodó algunos cortometrajes con actores naturales y también unos documentales.  Con la expansión de la televisión, las cámaras de video y la llegada del formato betamax para el alquiler de películas, estos cineastas no vuelven a rodar en formato de cine y el departamento entró en una invisibilidad audiovisual sin sus creadores solitarios y errantes.
En los años ochenta surge uno de los procesos que mayores frutos le han dado al departamento en materia audiovisual y es el inicio de la formación académica para realizadores. Inicia la facultad de Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Bucaramanga en 1982 con la línea de periodismo que tiene materias audiovisuales en su pensum.  Esta apertura va ligada primero con obras periodísticas para las corresponsalías noticiosas, pero posteriormente sus egresados incursionan en la forma narrativa documental.  
En 1996 es creado el canal de televisión regional TRO con el propósito de descentralizar la televisión regional con producción propia, para expresar la identidad del departamento, pero este ha sido enfocado más a la producción periodística, de magacines y programas institucionales. Los únicos seriados realizados han sido Aprendiendo a vivir y Secundaria Express que le apostaron a captar al público juvenil de los colegios pero que concluyeron con pobres resultados. En los noventas continúa el ciclo de formación académica con la creación del programa de Comunicación Social en la Universidad Pontificia Bolivariana que en los últimos años le ha apostado a fortalecer su línea documental.
Para el siglo XXI la UNAB inicia su programa de Artes Audiovisuales con el objetivo de formar artistas enfocados en crear diversas posibilidades narrativas con diversos formatos y formas narrativas.   La Universidad Manuela Beltrán y la Corporación ITAE abren la tecnología en Producción de Radio y Televisión para educar jóvenes que se integren rápidamente en el medio audiovisual.  Estas escuelas de formación han logrado poco a poco obtener diversos galardones en festivales locales, nacionales y también internacionales, con trabajos de estudiantes así como de egresados. Estos procesos educativos han sido complementados por tres versiones ganadas por Santander con el Ministerio de Cultura para la formación con los programas Imaginando Nuestra Región en 2004, 2005 y 2007 que dejó como resultado seis cortometrajes en ficción.
Recientemente los entes departamentales y municipales han designado parte de sus presupuestos anuales para becas de creación de producción audiovisual. El departamento lo ha hecho con las Becas de Bicentenario y el municipio de Bucaramanga con las becas del Instituto Municipal de Cultura IMCT.
La unión de estos esfuerzos abren la posibilidad para que los realizadores regionales tengan la oportunidad de tener continuidad en sus propuestas narrativas, para evitar que tenga el mismo final que los pioneros románticos, quienes dejaron de producir por desgaste o como otros que se fueron a Bogotá a ser parte del mercado centralizado. 
El festival Ojos al aire libre en su tercera versión, es un espacio de congregación simultánea en que realizadores y público, podrán ver el estado general de las producciones. Llegar a conclusiones optimistas o pesimistas, será dicho después de las exhibiciones. Mientras tanto, las paredes del Coliseo Peralta siguen esperando que las obras actuales sigan dejando una importante huella, como aquella que fue puesta en la primera exhibición en 1897.

lunes, 22 de agosto de 2011

Medianoche en París: Nostalgia en París

(Escrito el 10 de agosto)

Con Medianoche en París, el neoyorquino Woody Allen vuelve a hacer un recorrido por uno de los sentimientos que más ha caracterizado su filmografía: la nostalgia.  En el abordaje que ha hecho en varias de sus películas, ha viajado a su niñez con Días de Radio, a la gloriosa era del jazz con Acordes y Desacuerdos, a las tablas del teatro con Balas sobre Broadway, a los registros documentales de los años treinta con Zelig, al oscuro cine negro de los años cuarenta con La maldición del escorpión de Jade, a la era de los inventos en el nacimiento del siglo XX con Comedia sexual de una noche de verano, a la depresión de los años treinta con La rosa púrpura del Cairo, al expresionismo alemán con Sombras y niebla, y ha llegado incluso a las guerras napoleónicas con La última noche de Boris Grushenko.
En esta película, que sorprendentemente llegó con rapidez a la cartelera local, el personaje principal Gil (Owen Wilson), es un escritor de guiones para Hollywood que se siente insatisfecho con su cómodo modo de vida burgués y fantasea con solamente escribir libros de literatura que no sean de interés para un público masivo, sino para un público selecto y exigente. Un viaje sorpresa a París con sus futuros suegros y con su pretenciosa novia Inez, (Rachel McAdams) le despierta nuevamente el incentivo por terminar de escribir su primera novela.
Este escritor es un personaje que despierta su nostalgia al recorrer las calles de París y evoca durante sus caminatas, la copiosa historia artística de la capital francesa. La ilusión de revivir los prodigiosos años veinte, se cumple por un golpe de suerte que lo transporta a su época soñada.
Lo interesante de este relato de Allen, es que el personaje de Gil no altera nada de lo que acontece en esos días, ni quiere darle a lo personajes de la época alguna fórmula de uso en el futuro, ni tampoco arreglar hechos históricos, sino que su nostalgia va a un nivel tan romántico, que solo quiere tener charlas con su héroes artísticos y conseguir la aceptación de sus escritos por parte de ellos. Gil tiene charlas con grandes autores como Hemingway, F. Scott Fitzgerald, Picasso, Dalí, Buñuel, Gertrude Stein, Cole Porter y Man Ray.  Usa como recurso situaciones conocidas de otras historias arquetípicas, como las campanadas de medianoche como clave de inicio y la aparición de una carroza mágica transformada en un auto lujoso de los años veinte, para recoger al apesadumbrado pasajero.
Con esta obra, Allen manifiesta como lo ha hecho en varias de las películas nombradas con anterioridad, la constante tensión que el ser humano tiene con las responsabilidades que su tiempo actual le inflige para sobrevivir y con la decisiones de adaptación que debe tomar diariamente.
A pesar de repeterirse en el neurótico personaje principal, los escapes al pasado y el uso de algunas evidentes acciones de la clásica historia de La Cenicienta de Charles Perrault, la película de Allen es fresca en su relato y rápidamente se olvida este artilugio narrativo para dar paso a la degustación de las conversaciones y situaciones con los artistas, que son presentados en su manera más popular, pero que se enriquecen con el diálogo que Gil les propone.
La búsqueda del amor en el ser que que no se puede poseer en una relación imposible que es otro de los tópicos del autor, esta vez lo encarna en el personaje de Adriana en una grata representación de la francesa Marion Cotillard, como la mujer que ha sido seguidora, musa y amante de varios importantes artistas, de la cual Gil se siente atraído también.
Hay una sugestiva conclusión después del viaje propuesto en la obra, acerca de correr la cortina o la creencia, del viejo adagio que dice “todo tiempo pasado fue mejor”. En Medianoche en París, Woody Allen propone que no es tan cierta la creencia en el absolutismo de un mejor modo de vida de las épocas doradas y es optimista con la confrontación con el presente, basado en las decisiones consecuentes con los objetivos de la vida.  Muy recomendada esta obra de este infatigable autor.