viernes, 26 de noviembre de 2010

La vida en rosa: la vida del pequeño gorrión

(Escrito el 16 de julio de 2008)


Muchos de los íconos musicales de las películas biográficas que se han hecho en la última década, exhiben dos poderosos caminos en el mundo que les rodea: el camino de la creación y el de la destrucción. Estas obras dan pie a una hipótesis que muestra como muchos de los cantantes y músicos, para poder contar a la humanidad sus heroicos actos de supervivencia, primero tuvieron que pasar grandes penas que casi acaban con su existencia. 

 Pero al mismo tiempo esas pruebas superadas, se mantuvieron tan cercanas  a ellos como una enfermedad crónica, que finalmente les pasan la más alta factura que muchas veces se cobra hasta con su propia vida. Películas como Ray de la vida de Ray Charles, Walk the line de Johnny Cash, Control de Ian Curtis o El cantante de Héctor Lavoe, entre otras, muestran esa postura. Ahora llega en video legal porque nunca llegó a la cartelera local,  la poderosa historia de la cantante Edith Piaf, uno de los íconos más importantes de la vida musical de Francia, con la película La vida en Rosa, llamada así por su canción más famosa a nivel mundial. Su particular voz y su sentimiento desgarrado al cantar, la convirtieron en una de las cantantes más famosas entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado.  Mujer nacida en el arrabal de París y criada en los lugares más estropeados de la capital, creció musical y técnicamente, al mismo tiempo que se fue deteriorando y autodestruyendo en pos de encontrar el amor que tanto llamaba en sus canciones.
Esta versión del director  y guionista francés Oliver Dahan, muestra narrativamente en montaje paralelo la historia de la ascendiente Piaf por un lado y por el otro, el encogimiento de la luz de la gran estrella. Por momentos el relato es caótico, aunque cercano a lo que fue en general la vida de la cantante, centrándose en sus episodios privados y públicos más famosos. No podían estar todos allí, y se resintió un poco la ausencia de algunos de ellos. Su vida contada en casi 50 años denota la excelencia de la puesta en escena en los diversos escenarios de París, empezando por los bajos fondos, hasta  llegar a los grandes auditorios, dando a conocer los dos extremos de la vida de la Piaf: la vida miserable y la vida glamorosa.  Todo esto sostenido por ese temperamento variable que  dejó su vida en un constante vaivén que se reventó por su lado más débil: la búsqueda del amor.
La interpretación de su protagonista Marion Cotillard es arrasadora, inigualable y portentosa. Desde el momento en que inicia su juventud hasta sus momentos finales, Cotillard le da vida completa a la paradójica existencia de la cantante que se caracterizó por exhibir una belleza cautivadora y enigmática así como la rudeza más enérgica y agresiva. Ella ganó por este papel el premio a mejor actriz en los Oscar de la Academia de Hollywod, los Globos de Oro de la prensa extranjera de Hollywood, los Césares de Francia y los BAFTA  de Inglaterra. Solo por el hecho de verla en escena se hace disfrutable la obra. Sus actores secundarios son de lujo, como el siempre entrañable y carismático Gerard Depardieu como Louis Leplée siendo su misterioso descubridor y además quien la bautizo artísticamente con su nombre mundial: El pequeño Gorrión . Le sigue Emanuelle Seigner, con su sigilo habitual , dando vida a Titine la primera madastra de Edith Piaf. También destacan Sylvie Testud, como Momône, su inseparable seguidora con quien compartío la miseria y todo el alcohol posible, y finalmente Jean Pierre Martins quien fue el boxeador Marcel Cerdan, el amor más grande entre todos los amores de Piaf. También merecen mención especial las niñas Manon Chevallier y Pauline Burlet, en especial esta última al interpretar el primer canto de Piaf a los 10 años de edad, en un acto de supervivencia.
Hacia el final de la película, esta llega narrativamente desgastada por la gran galería de personajes, situaciones y elipsis que desfilan allí. Estos entran y salen tantas veces que se acusa un desorden narrativo, pero la paciencia de  esperar hasta su momento final tiene su premio. Su desenlace está cargado con toda la hermosura que caracterizó la vida de esta mujer, que tiene una remembranza de ese espinoso camino que recorrió la cantante, pero que al mismo tiempo le dio uno de los más grandes regalos a la humanidad: una voz única.

Indiana Jones: una leyenda echada a perder

(Escrito el 16 de junio de 2008)


Hay ciertas leyendas que deben quedarse quietas en el lugar que se les recuerda.  Indiana Jones es una de las que debió haberlo hecho, pero con la producción de la cuarta entrega de la saga, se desfiguró uno de los héroes cinematográficos más representativos de la generación de los ochenta.

El objetivo de la realización de la cuarta entrega Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal era claro:  recaudar más dinero para las gigantescas arcas de Steven Spielberg su director y George Lucas su productor. En sus declaraciones ellos decían que querían que las nuevas generaciones conocieran a Indiana, porque este solo había quedado en el recuerdo de las generaciones pasadas. Cualquiera diría que es muy nostálgico el punto de vista de ellos,  pero a la edad que ellos tienen – más de sesenta años - la plata es lo que manda en sus películas. Para que los nuevos espectadores conozcan a este héroe, ya se pueden conseguir los DVD´S en los estantes de las videotiendas, o en alguna tarde de domingo desprogramado en uno de los canales privados de la televisión nacional.  En la actualidad poner a Harrison Ford a sus más de sesenta años  a correr y saltar como un trapecista, es como pedirle a Pelé o Maradona o Platini que volvieran a las canchas a disputar los torneos de primera línea con sus selecciones.
En la película no hay ningún elemento salvable, incluso hasta dañan la excelente reputación de la australiana Cate Blanchett una de las mejores actrices de la actualidad y ganadora de dos premios Oscar, quien representó el papel irrisorio y exagerado de la coronel rusa Irina Spalko, la antagonista de Jones, quien lidera a los enemigos de Jones y su pandilla. Ya es hora de que Hollywood deje a los rusos en paz. Ya les ganaron la guerra fría y el dominio geopolítico y económico del planeta, ya les ganaron - pero de mentira-  en los rings de boxeo, en la guerra de Vietnam, y hasta en batallas en el espacio exterior. Si en Hollywood no encuentran nuevos enemigos, entonces vuelven al pasado para reencauchar a los antiguos.
Volviendo a los actores, no se salvan tampoco los experimentados británicos Ray Winstone y John Hurt,  en los papeles secundarios de “Mac” y “Ox”, que más bien, parecían adornos ruidosos colocados en un árbol de navidad de mal gusto. La revelación nada sorprendente de que Indiana Jones tenía un hijo (Shia LeBouf), era absolutamente previsible y también lo era que apareciera su madre (Karen Allen), importada desde la primera película de la saga. Y más predecible aún, es que vengan en el futuro películas con el hijo de Indiana Jones. Que desgracia.
Pero sigamos con los desaciertos. Dentro del diseño de producción de tan costosa película, cabe preguntar, ¿cómo es posible en pleno siglo XXI que una película hecha por los dos reyes Midas de Hollywood, presente al país del Perú como una copia burda de México? ¿Qué incluso hasta la música de su banda sonora, tenga el aire mexicano y no el andino? Es que con esta muestra hasta el magnífico compositor John Williams queda muy mal parado.  Esta cuarta entrega deja ver claramente el cansancio creativo que ya tienen Spielberg y Lucas, dos productores y realizadores, que han contribuido con grandes obras a la cinematografía de Hollywood, pero que ya se muestran carentes de ideas, y que están corriendo con el peligro de caer en lo grotesco. 
La aparición de una respuesta extraterrestre a los misterios de la humanidad ya lo había hecho Spielberg con mucho éxito en “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo” y con “E.T.”, pero en esta ocasión con Lucas, quien concibió la historia, solo hicieron una película que fácilmente podría ubicarse en los años cincuenta porque tiene todas las características de ser de clase B por lo inverosímil y lo pueril. Claro está que esta obra costó casi 200 millones de dólares.  Por este precio sería una película de categoría A, pero esta letra solo sirve para denominarla como Absurda.
Queda una duda muy grande: ¿Si los colosos de Hollywood están en crisis, cómo estará el resto? O también ¿Será que es hora de que ya piensen en retirarse? Al ver películas de otros genios veteranos activos como Woody Allen, Manuel De Olivera o Claude Chabrol, quienes en sus últimas obras han repetido sus antiguos temas y obsesiones, queda muy marcada la sensación de que siempre  un mal Allen o Chabrol o De Oliveira, serán mejores que una superproducción de Spielberg y Lucas.
Para los que tienen un buen recuerdo de Indiana Jones es mejor que no vean esta película y que hagan caso de todos los malos comentarios de los espectadores que ya fueron a verla, porque son ciertos. Incluso termina de la manera más patética posible: !con un matrimonio!  Estos finales tienen reserva de primera línea para las novelas, culebrones y melodramas televisivos, pero es así como acaban por completo con Indiana Jones: casándolo con la protagonista de la primera película. Aunque desde el inicio del metraje lo van debilitando de diversas maneras: lo  muestran lento en sus acrobacias, ingrato porque es un mal padre que trata de reivindicarse al final con su hijo, temeroso porque monta en una motocicleta como copiloto, porque si la maneja seguro que se cae y finalmente exagerado, viendo extraterrestres salir disparados hacia el cielo en una nave gigante hecha de piedra. Sería mejor que Indiana Jones hubiera muerto en una intrépida aventura, tratando de salvar la humanidad o al menos a su insoportable bandera. Tendría más dignidad. No caería tan bajo como Rambo o Rocky que quieren seguir dando guerra en sus nuevas películas, a pesar de que ya les llegó el retiro y la jugosa pensión.   


No country for old men: no es país para turistas

(Escrito el 21 de mayo de 2008)


La última película de los Hermanos Coen No es país para viejos es toda una travesía de desolación por el sur de Texas durante los comienzos de los años ochenta. Esta desolación es resguardada por el implacable paso de la muerte que avanza impulsada por su leal compañera: la ambición.
La obra cinematográfica está basada en la novela homónima de Corman McCarthy, un especialista en la literatura del género del western, quien en diez de sus novelas ha mostrado esa cara destructiva de los Estados Unidos, contextualizada en el sur del país, donde sin censuras muestra sus males endémicos  habitualmente relacionados con las armas, el tráfico ilegal de sustancias y mercancías, y un inagotable apego a la violencia como método de presión para conseguir los objetivos lucrativos que tanto caracterizan a la sociedad norteamericana.  Al fin y al cabo así fue como el oeste fue conquistado y como le arrebataron a México más del 60% de sus territorios originales.
No es fácil el visionaje completo de la película para el espectador que se metió por error a verla, debido a que se toma su tiempo para mostrar con el mayor sigilo a sus tres personajes principales: un cazador de antílopes que encuentra un botín de más de dos millones de dólares después de un encuentro fallido entre traficantes de droga, un asesino metódico y despiadado que nunca deja una presa viva, y un reposado sheriff en el crepúsculo de su carrera que persigue a estos dos de manera retardada, debido a que los adelantos tecnológicos no le permiten llegar a estar cerca de ellos dos.  Tenemos allí a tres grandes actores como uno de los principales puntos de fortaleza de la película: Josh Brolin como Lewellyn Moss, el testarudo cazador que no se detendrá en su huida, Javier Bardem, el mejor de todos en escena, como Antón Chigurh el cruel y sádico asesino, además ganador del Oscar por este papel en el que demuestra su dominio del inglés, y finalmente a Tommy Lee Jones quien interpreta al agotado sheriff que está cansado de seguir el rastro de tanta violencia producida por la codicia.

El final de la obras es uno de los más inesperados de los producidos en Hollywood, donde se acostumbra a dar finales cerrados y concretos.  A pesar de quedar abierto, su conclusión es desesperanzadora, porque finalmente las fuerzas que están destruyendo la posibilidad de convivencia pacífica están desatadas y se ha vuelto imparables, porque tienen un entorno que las justifica y les permite actuar por encima de cualquier reclamo de justicia. Los hermanos Coen, director y productor, fueron muy fieles a la perspectiva ofrecida por McCarthy y aunque el público masivo pueda resentir este tipo de culminación de la obra, definitivamente en manos de la pareja de Minnesota, No es país para viejos puede ser apreciada por complejidad y su desazón de la historia contemporánea.

La fotografía de Roger Deakins, colaborador habitual de los Coen, es otro de los puntos fuertes de la producción, porque al desplegar esa perspectiva amplia de los parajes donde se lleva a cabo la doble persecución, queda manifiesta la rudeza del suroeste norteamericano como escenario de esta historia sanguinaria en la que el azar inclina la balanza hacia la muerte y la destrucción.

Los hermanos Coen tienen una filmografía llena de grandes obras que sin duda hacen parte de la galería de grandes logros del lenguaje cinematográfico en la filmografía general de Estados Unidos. De ellos sobresalen obras inmensas como De paseo con la muerte (Miller´s crossing), ganadora de la Concha de Plata en 1990 en el festival de San Sebastián, la multipremiada Barton Fink ganadora de tres premios en Cannes en 1991 incluyendo el de mejor película, la inolvidable y  reconocida Fargo de 1996, ganadora a mejor director en Cannes, y mejor guión y actriz en los Premios Oscar, y El hombre que nunca estuvo, ganadora en la categoría a mejor director en el festival de Cannes de 2001.   Por esta razón los Coen ya tienen la costumbre de ganar premios preferiblemente de obras escritas por ellos y al recibir el premio Oscar este año a mejor película y director se percibió cierta arrogancia y calma por obtener el premio. Ya es habitual en ellos tener muchos en su galería, y más aún cuando hay varios desde los festivales de Europa, mucho más exigentes en la votación de sus jurados que los de Hollywood, que tienden a premiar lo políticamente correcto, para así no quedar nunca mal con nadie.
Con No es país para viejos los hermanos Coen eligieron hacer una adaptación, pero es muy cercana con su línea narrativa, en la que diseccionan los valores más bajos de la sociedad de su tiempo, caracterizada por la mezquindad, avaricia y sordidez.
Así se quitan las ganas de ir a visitar Estados Unidos, ¿no?



Perro come perro: entre Perros

(Escrito el 6 de  mayo de 2008)

Las imágenes de paisajes hermosos de Colombia con gente sonriente y amable, quedan guardadas para los comerciales y videos publicitarios turísticos. Si eso es lo que busca, pues puede ver hasta en CNN la campaña publicitaria de "Colombia es pasión" donde se buscan extranjeros afincados en el país del sagrado corazón de Jesús que repiten en un guión aprendido que todo este país es una maravilla, finalizando con la frasecilla: "El riesgo es querer quedarse".  Y el riesgo para algunas de las producciones de cine colombiano lo toman unos guionistas y directores colombianos quienes han preferido en los últimos años ubicar sus relatos en ambientaciones ubicadas en los parajes más oscuros de la realidad nacional, dejando atrás el denominado buen corazón de muchos de sus habitantes, que al fin y al cabo son quienes sostienen en su espalda este pesado país.

Perro come perro de Carlos Moreno, muestra esta vez a la ciudad de Cali, pero no con imágenes de la capital mundial de la salsa, ni del valle que la rodea, ni de la belleza de sus mujeres. La elección de la puesta en escena es con el género del cine negro, pero agregando ingredientes tropicales como el sudor constante, las calles llenas de vendedores ambulantes, el racismo latente en palabras y miradas, la magia negra traída desde África, los hoteles de mala muerte, y el ingrediente esencial del género: los hombres del bajo mundo dispuestos a matar de cualquier manera.  Toda una presentación de lo que algunos caleños denominan: El imperio del terror.
Esta es una película intensa contada por personajes destructivos, pero al mismo tiempo debilitados por sus elecciones, quienes en su afán por sobrevivir se destrozarán entre ellos sin clemencia, sin lástima y sin compasión.  En la película se cuenta la pérdida de una jugosa cantidad de dinero por parte de un escuadrón de asesinos especializados en la cobranza.  Allí está Víctor Peñaranda (Marlon Moreno) quien comete un grave error durante esta faena.  Detrás de él está la figura de un capo mafioso, “El Orejón” (Blas Jaramillo) del cuál nunca sabemos sus actividades económicas, pero si sus métodos de cobranza. Para recuperar este dinero perdido tendremos una galería de personajes como el asesino afrocolombiano Eusebio (Oscar Borda) perseguido en su cabeza por una maldición y el conductor Sierra (Alvaro Rodríguez) un hombre infiltrado por “El Orejón” para que revise paso a paso, la venganza contra Peñaranda y Eusebio.
Perro come perro es una película que centra su temática en el destino ineludible del cobro de las deudas. Todos sus personajes tienen grandes problemas y estos les serán cobrados de la manera más dolorosa. Son las reglas del mundo del crimen: las buenas intenciones o las grandes amistades no podrán salvar a quien tenga una gran deuda. Su cobro además quedará inmortalizado  con un asesinato cruel y sangriento, para que quede en la memoria colectiva el brutal escarmiento. Le cortan de tajo la imaginación a posibles imitadores.
El ritmo narrativo de la película es depurado, porque los protagonistas están cumpliendo una carrera contra el tiempo. Este ritmo lo marca un montaje agresivo, lleno de insertos de rostros de los personajes, con los que las escenas de diálogos se sienten tensas.  Entre esos insertos vamos descubriendo pistas características del mundo caleño, de su idiosincrasia, de su humor, de su sangre caliente y también de sus historias bizarras reveladas en periódicos amarillistas.  La narración por medio de este tipo de prensa deja ver ese mundo tenebroso en el que se mueve el crimen en Colombia y al que los protagonistas de la película saben que podrán estar en cualquier momento en la primera plana de esas páginas atroces.
Perro come perro tiene además otro elemento narrativo fundamental que es su banda sonora con música del pacífico, primero con la banda Sultana y luego con el tema central de la banda caleña Superlitio, que ambienta mejor el suroccidente de Colombia con su humedad, su calor, sus colores y el ritmo con el que sus habitantes se mueven. Esta es una película que vale la pena ir a mirar la propuesta de género negro realizada por Carlos Moreno y su equipo de producción.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El último de los cines románticos. Adiós al cine Riviera

(Escrito el 7 de abril de 2008)



En la primera película proyectada, Charlton Heston era el piloto de un avión comercial que trataba de salvar a los pasajeros y a su tripulación de un secuestrador veterano de la guerra de Vietnam. En la última, Diane Lane era una policía especializada en Internet que trataba de detener a un asesino que difundía sus crímenes vengativos por su página en la red.  Desde “Alarma, Vuelo 502 secuestrado” hasta “Sin rastros”, pasaron 35 años y un día en los que el Cine Riviera presentó las más importantes películas en Bucaramanga. Este 24 de marzo fue presentada la última función y aunque sus dueños -la familia Torres Peralta-, querían hacer la despedida en silencio, es más que justo hacerle un homenaje a esta sala que durante tanto tiempo le dio alegrías, drama, sonrisas, lágrimas y toda clase de emociones a Bucaramanga.


El Riviera fue el último cinema independiente de la ciudad que se mantuvo frente a las grandes cadenas de cine que son parte de los centros comerciales. Y el público cada vez es más cómodo y menos romántico, por eso dejaron de ir a estas salas.  Con la ida del Riviera, muere gran parte del romanticismo del cine, cuando hoy los espectadores  prefieren las salas múltiples y los lujos que las acompañan.
Antes se habían despedido teatros como el Garnica, Real, Sotomayor, Libertador,  Analucía, Rosedal y Unión. Ahora, infortunadamente le llegó el turno al Riviera.  Los que lo amaron, no querían que llegara ese final, pero como en las películas, también ocurrió;  sobre la pantalla en negro apareció el texto: El Fin.  No hubo ningún héroe que lo salvara como en todas las funciones que presentó; esta vez, el cinema se quedó solo. Ni siquiera el primero de todos: Charlton Heston, quien el 5 de abril dejó de existir. 
Su historia empezó como los grandes romances que tanto fueron proyectados en su pantalla gigante: el empresario bogotano Camilo Torres Herrera se enamoró de la bumanguesa Emma Peralta Ordóñez y al estar visitándola constantemente en la ciudad, finalmente decidieron casarse e irse a vivir a Bogotá. Pero como su amor por la ciudad era tan grande y venían tanto a visitar a la familia de ella, él quiso hacer un regalo: un cine de lujo. El 23 de marzo de 1973 con invitados políticos y sociales, fue hecha la inauguración de una sala con capacidad para 660 personas, en una zona del barrio Mejoras Públicas en la calle 33 con carrera 31 que por esos días era únicamente residencial.
El Riviera, por muchos años fue la principal sala de la ciudad. En los setenta y ochenta era costumbre de los asistentes hacer grandes filas hasta el final de la cuadra para entrar a cualquiera de las tres funciones: matutina, vespertina y nocturna (3:30, 6:30 y 9:30 p.m. respectivamente). Había revendedores de boletas porque era difícil conseguir espacio para ver superproducciones inolvidables para el público de la época como: “La Guerra de las Galaxias”, “Aeropuerto”, “E.T.”, “La Profecía” y “Tiburón”.  Héroes inmortales como Rocky, James Bond, Indiana Jones y Batman, pasaron por el Riviera.  Los musicales que ya no son tan famosos en la actualidad, tuvieron su furor con “Jesucristo Superstar”, “Brillantina”, “Fiebre de sábado en la noche”, “Flashdance”, “Footloose” y “Chicago”. Fue la casa de grandes clásicos como: “Ben Hur”, El Violinista en el Tejado y el Dr. Zhivago. En esos tiempos la gente aplaudía al final de cada función y con tal de ver una película se sentaban hasta en las escaleras de la sala. Las películas duraban en cartelera por meses y era costumbre también para varios, repetirla.
Con la partida del Riviera se van grandes recuerdos de mucha gente de la ciudad. Allí varios tuvieron su primera salida a cine solos, su primer beso, su encuentro familiar con los primos que visitaban la ciudad, su iniciación en los dibujos animados acompañados por sus padres y fue el refugio especial para los cinéfilos solitarios como Julián García, el cliente más asiduo quien iba solo al cine dos y tres veces a ver la misma película.
Él, luego se convirtió en un amigo de la casa y muchas veces lo dejaban entrar sin pagar o por lo menos, no tenía que hacer la fila. Por allí pasó gente como un vecino quien confesó que en 1986 fue 14 veces a ver “Top Gun”. Era el cine familiar donde muchos padres que vivían ocupados trabajando, dejaban a sus hijos en la sala al cuidado de los empleados del cine y pasaban a recogerlos. Así era el grado de confianza que había con sus diez trabajadores. Era la única sala donde en la entrada se saludaba al taquillero, al portero, al hombre del parqueadero, a las mujeres de la cafetería y hasta saludar de beso a su gerente y su administradora. En los cines de cadena el servicio es de alta calidad, pero se siente que se es un cliente más. En el Cine Riviera el cliente era un amigo más. Fue el verdadero teatro en casa, porque para muchos era una casa para ir a soñar.
Los miércoles fueron el día celebrado por los medios de comunicación porque el Riviera se caracterizó por hacer los estrenos en su función de las nueve y media de la noche. También los miércoles organizaron funciones especiales con películas dedicadas exclusivamente al cine arte. Allí, no todo podía ser dinero y superproducciones.
Su pantalla fue por varios años insuperable y su sonido Dolby Digital podía hacer sentir a la gente totalmente dentro de la película. Y en los setenta precisamente hubo gente que se asustó tanto con la inauguración del sonido sensurround de la película  “Terremoto”, que salieron corriendo de la sala, creyendo que estaba temblando de verdad. Eran otros tiempos, menos tecnología y más sentimiento. Sus crispetas importadas fueron tan famosas que algunos sólo entraban para comprarlas y volver a salir. El propio gerente de Cine Colombia, Álvaro Hernández, les decía eso cuando iba a visitarlos y de paso se comía unas palomitas de maíz.  Había seguidores de la sala que también preferían sus perros calientes a los de lugares especializados en comidas rápidas.
Sus directivos siempre fueron conscientes de los cambios y por eso en marzo de 1998 decidieron hacer una gran reforma: construir dos salas, para poder tener una mayor oferta de películas. Además, cambiaron su nombre a Cinemas Riviera. Cuatro meses se demoraron para tener lista la sala uno y dos meses más para la sala dos, cada una de ellas con 230 butacas. El escenario fue recortado, pero su pantalla y su sonido se mantuvieron. Y así estuvieron presentes por diez años más. Pero quien no pudo estar en la totalidad de esta nueva etapa fue su proyeccionista Francisco Navarro Cárdenas, quien murió el 10 abril de 2002, al poco tiempo de cumplir 28 años en esta labor.
Ese fue uno de los momentos más dolorosos para la familia en que se había convertido todo el equipo del Riviera. Pero también en el cine hubo un encuentro con la vida y fue el caso del segundo hijo de la administradora Esperanza Sandoval, quien el 26 de julio de 1994 estaba embarazada y cuando se encontraba en la oficina sintió los dolores de parto, por lo que se fue inmediatamente a la Clínica Ardila Lülle para dar a luz. Allí se vivió una de las leyes de la vida: unos se van y otros llegan.
Durante todos estos años el Riviera tuvo muchas facetas para sus espectadores: fue el barco en búsqueda del tesoro, la nave espacial que encontró nuevos mundos, el avión a punto de estrellarse, el auto imparable de los gángsters, la motocicleta inalcanzable para la policía, el colegio de las rebeliones, la universidad de los sueños, las grandes ciudades donde la gente se perdía y el pequeño pueblo donde todos se conocían. Dentro de él, muchos pudieron recorrer el mundo, desde la inhóspita Alaska, hasta los mares del sur. Desde los enormes desiertos, hasta las grandes profundidades del mar. En el Riviera conocimos los secretos del universo, del amor y de la vida. Vimos pérdidas irreparables para la humanidad y grandes obras de amor para salvarla.  
Cabe para esta despedida citar la frase final de Roy Batty, el personaje agonizante que interpretó Rutger Hauer en “Blade Runner”: “Yo he visto cosas que no creerías, naves de ataque en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tanhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.  Es hora de morir”.
Con el cierre del Riviera, los bumangueses pierden el regalo que les dio la familia Torres Peralta. Se le dice entonces adiós a un amigo que siempre compartió sus sueños y que con él, se va gran parte de la memoria cinematográfica de la ciudad. Harán mucha falta Martha, Esperanza, Tilcia, Tina, José y María, quienes estuvieron presentes hasta la última función.

Balance general del Festival de cine de Cartagena 2008

(Escrita el 11 de marzo de 2008)


El cuadro de premiación del festival de cine de Cartagena en su versión número 48 no dejó grandes satisfacciones en cuanto a galardones. Hubo películas que dejaron grandes  huellas, pero igualmente hubo muchas que decepcionaron, después de una gran expectativa que habían despertado en festivales anteriores.
En primer lugar se esperaba mucho de la última obra de Lisandro Duque, uno de los más experimentados y reconocidos autores cinematográficos colombianos con su película  “Los actores del conflicto”. Su estreno estaba reservado para realizarse en el festival y además coincidía con el duro momento que el país estaba atravesando en estos días respecto a su situación diplomática con los países vecinos por las incursiones militares en territorio ecuatoriano para atacar a las FARC. Pero la respuesta al conflicto con la propuesta de Duque no fue satisfactoria. Aunque planteó una salida por medio del arte, esta se convertía en momentos en un relato poco creíble y débil ante una realidad tan abrumante.  Esta llena de buenas intenciones, pero estas son muy frágiles.  Aunque el propio Duque hizo la aclaración de que la película se terminó de realizar hace cuatro años, su aporte en términos generales es muy efímero.


En cuanto al palmarés los aciertos estuvieron más en la crítica especializada y en los cineclubistas que en el propio jurado del certámen.  La ganadora fue la comedia portorriqueña “Mal de amores” que en su guión tuvo un buen desarrollo y una dirección muy acertada, especialmente en las escenas en la mesa de Dorita, pero estos no daban para llevarse tantos merecimientos tanto en las categorías de mejor película como en la de mejor guión. Sin lugar a dudas contó con el agrado del público caribeño del festival, quienes sintieron que esa historia podía contarse fácilmente en el norte de Colombia, por las situaciones y la soltura de los personajes, pero que en una balanza artística estaba por debajo de otras obras muy superiores que se exhibieron. 

El premio de mejor opera prima para la argentina Lucía Puenzo fue muy poco para la grandeza que exhibió su película “XXY”. Su tratamiento de la temática del hermafroditismo en una niña de 15 años fue riesgoso, pero al mismo tiempo singular. El escenario solitario como el exilio con sus padres para evitar el contacto y daños de sus congéneres creo un ambiente propicio para dejar que la directora y guionista, llevara el relato por el camino que ella quisiera, sin necesidad de concesiones narrativas.  Las escenas de mayor clímax son absolutamente tensionantes y hacen de esta una obra totalmente sorprendente, cuando en el cine hacer esto, es hoy en día toda una proeza. Un tema espinoso pero tratado con una sensibilidad que muestran a una realizadora con una gran compasión.  Con mucha justicia eso si, su protagonista Inés Efrén se llevo la categoría de mejor actriz.



El otro premio que quedó chico fue el de la crítica especializada para la película brasileña “El año que mis padres se fueron de viaje” de Cao Hamburguer, en la que se contaba la historia de las dictaduras de Brasil desde el punto de vista de un niño a quienes sus padres le abandonan y al mismo tiempo le dicen una mentira con un falso viaje de vacaciones para encubrir una persecución política de la que son víctimas.  Esta cargada de emociones encontradas: alegría y nostalgia, rabia y euforia, soledad y amor.  Brasil la eligió para que la representara en los premios Oscar y fue una decisión muy acertada.  La recreación de Brasil en 1970 en vísperas de obtener su tercera copa en el mundial de fútbol en México es uno de sus grandes puntos a favor, junto a las actuaciones allí desplegadas, especialmente las de los niños.





La otra película de trascendencia fue la mexicana “La Zona” de Rodrigo Plá. En ella se expuso el tema de la intolerancia por medio de un castillo impenetrable construido por unos residentes elitistas que llevan sus ínfulas hasta niveles deshumanos y sangrientos.  Portentosa en su propuesta como punto de partida, pero nada distante de las realidades de países latinoamericanos donde los desniveles entre ricos y pobres son mayores e incluso ofensivos. Esta propuesta es uno de los bastiones en los que se sostiene “La Zona”.  El escenario podía ser cualquier capital latinoamericana donde los pobres tratarán de sonsacar algo de dinero a los ricos y estos se defenderán con armas a las intromisiones de los otros. Su director Rodrigo Plá fue galardonado con la estatuilla a mejor dirección.


Destacaron también aunque en menor cuantía películas como “El hombre de Arena” de España, un relato de liberación en un hospital psiquiátrico durante la dictadura franquista. La brasilera “Prohibido Prohibir” de quien su actor principal Caio Blat se llevó el India Catalina en la categoría de mejor actor, una visión reivindicante de la juventud brasilera, alejada de los estereotipos de los chicos malos y pendencieros.
Una gran sorpresa fue “El cobrador” de Paul Leduc, que aunque estuviera desconectada narrativamente, fueron muy sugestivas sus escenas especialmente en el mundo del subgénero de la acción. La suma de actores internacionales que muchas veces no sale bien librada, en esta obra si logra hacer una presencia llamativa porque tiene un claro  discurso de subversión, desarrollado en escenarios diferentes, tanto cargados de belleza y como de crueldad.  Mucho tienen para robarle las películas de acción y de espionaje de Hollywood.  Difícilmente hubiera ganado el festival, pero es una obra necesaria en un evento como este.  Mención aparte merece la participación de Peter Fonda como el antagonista de lujo. Toda una lección para todos aquellos productores que contratan en sus superproducciones a ciertos actores de prestigio, para sobrellevar la carga del protagonista, pero difícilmente puede superarse tanto estilo.  Fonda es en definitiva un actor solemne.
Más que justo el Premio India Catalina a la mejor película colombiana a “Satanás” de Andy Baiz, que sin duda fue la mejor película del año en nuestro país. Alejada de folklorismos y de la risa fácil de otras que estuvieron en cartelera que esperaban que su  gran taquilla fueran suficiente para ganar el premio. “Satanás” está mucho más cercana a hacer ostensible un punto de vista oscuro de las sociedades que presionan a ciertos seres que finalmente terminan por estallar y arrasar con todo lo que encuentran a su alrededor.

Por el lado de las decepciones estuvo en primer lugar la película uruguaya “Matar a todos” de Esteban Schororoen.  Su hilo conductor de una investigación fue parsimoniosa y dio demasiados rodeos para llegar a su última verdad y recibió varios premios que pudieron caer en otras manos. Asimismo, la versión romántica del izquierdismo en “Postales de Leningrado” de Mariana Rondón, muy bien lograda en su dirección artística pero con un guión que peca de exceso de romanticismo
En la muestra de cine internacional sobresalieron obras como  “Tropa de Élite” de Jose Padilha, que venía de ganar el Oso de oro en el festival de cine de Berlín. Su propuesta impactante y agresiva en la que se vuelve a mostrarse la cruda y difícil realidad de las favelas en Rio de Janeiro, se centró en esta ocasión en el fortín de honestidad que tienen que defender los integrantes del BOPE, el Batallón de Operaciones Policiales Especiales no solo contra el crimen organizado, sino también contra la propia corrupción en la policía.  Muy valiosa fue la presentación de “Cometas en el cielo”, una producción afgano – estadounidense, dirigida por el reconocido Marc Foster (Monster´s Ball) y con toda una producción de gran capital, que tuvo entre sus tantos aciertos el uso de las lenguas darí y pastún, los idiomas propios de Afganistán.  Una mirada nostálgica y respetuosa a las costumbres del golpeado pueblo afgano, víctima de tantas invasiones. Se caracterizó por ser un canto a la amistad, la tradición, la poesía y la protección.

Pero en esa muestra también hubo otras decepciones como “La fiesta del Chivo” del peruano Luis Llosa, donde en su narración cinematográfica se desperdició todo el recurso narrativo que usó Mario Vargas Llosa en su novela. Además el reparto internacional desmejoró su narración, caso contrario a “El Cobrador”. Aunque su fotografía es sobresaliente no ayuda a mejorar la obra en general.

Finalmente, los invitados de peso a Cartagena como el director Alain Corneau, representante de Francia, el país invitado al festival y el veterano actor norteamericano Ben Gazzara, quien estuvo en la première de su película “Buscando a Palladin” lograron con su presencia, elevar el nivel de este festival.  Sus ruedas de prensa se caracterizaron por su sencillez y fueron un gran aporte al espíritu cinematográfico que engalana a Cartagena con su ya reconocida fiesta anual.

Los miedos ya vistos de El Orfanato



(Escrita el 23 de febrero de 2008)

Precedida de mucha publicidad, comentarios y cinco estatuillas en los premios Goya de España, llegó a nuestras carteleras la película
El Orfanato, thriller enmarcado en un contexto gótico que tiene como protagonista a una misteriosa casa, que como es habitual en el género del suspenso guarda un gran secreto de sus antiguos habitantes que atormentará a los recién llegados.  
Esta vez, una joven pareja de esposos compra  una antigua mansión que en el pasado había sido un orfanato y el primer hogar de Laura (Belén Rueda) cuando era tan solo una niña y que ahora al volver junto con su hijo Simón (Roger Príncep), también adoptado, van a convertirla en un centro de recuperación para niños con problemas de síndrome de Down.  Todo se complica cuando el hijo de ellos desaparece misteriosamente en la casa después de decirle a su madre que ha tenido varios contactos con unos amigos invisibles que habitan en la casa.

En términos generales El Orfanato - ópera prima del español Juan Antonio Bayona -, dejará a los espectadores con la sensación de haber presenciado una obra que genera en primera instancia, momentos atemorizantes muy bien recreados, - como la aparición de los niños en el juego del escondite- , acompañado con la sensación de dulzura en la relación filial entre madre e hijo.  Pero desafortunadamente las referencias con otras obras anteriores opacan esa característica de originalidad que le quieren promulgar en toda su publicidad.  
Es ineludible remitirse a Los Otros de Alejandro Amenabar en donde veíamos a una madre con características de leona, quien primero protegía a sus hijos para luego pasar a “devorarlos”, trama muy similar a lo que sucede en El Orfanato. Además la aparición de la médium también ya la teníamos referenciada  en Los Otros, solo que en El Orfanato hacen el aporte de las cámaras de video puestas en los rincones de la casa mientras hacen el seguimiento a la espiritista (Geraldine Chaplin).    Lo mismo acontece con los puntos de giro del guión y su desenlace de liberación con la ensoñación que ya vimos en dos películas de Guillermo del Toro: El espinazo del diablo y El Laberinto del Fauno.  En la primera, la maldición del niño asesinado cobrará finalmente su venganza y en la segunda el mundo fantástico inventado por la niña será el que la liberará de sus tristezas en la dimensión real.   Estos dos elementos los tenemos claramente en El Orfanato, que además es precisamente producida por el propio Guillermo del Toro.  Por eso las sorpresas no son tan grandes como se encontraron a primera vista.

Por encima de estas dos deficiencias, el éxito que ha tenido en el público, la taquilla y cierto sector de la crítica, se debe a que está muy bien ambientada y tiene una firme dirección.  Bayona es preciso y calmado en su relato, y utiliza un sugerente manejo de los claroscuros, especialmente en los primeros planos de sus personajes, que son muy afortunados para el género.  La dirección de arte de la casa ambienta muy bien esa transición al mundo del pasado que tanto se espera, y su vestuario, especialmente en su desenlace mejora el avance del suspenso. Justamente en estas categorías fue donde obtuvo sus principales premios Goya, junto al de sonido y diseño de producción.

Con respecto a las actuaciones, estas apenas cumplen porque son demasiado dependientes de las líneas del guión por lo que las caracterizaciones en general, están más ligadas a los roles que a la profundización de los personajes.


Hay un trasfondo evidente de cristianismo presente en la obra, en el pago de los pecados y las faltas, que tarde o temprano serán realizados en un juicio final, razón por la cual ha calado tanto en el público iberoamericano. La creencia en que la justicia llegará en el más allá ya es constante en los relatos que dirige y produce Del Toro, quien busca en sus fábulas ofrecer una redención tardía pero justa a los crímenes que han quedado silenciados en el pasado.

De todas maneras, hay que abonarle que su final está lleno de mucha ternura y que su guión cerró muy bien el ciclo iniciado desde la primera escena.  Una madre con un corazón gigante siempre tendrá lugar en un orfanato.

American Gángster: gángsters negros

(Escrita el 12 de febrero de 2008)

American Gangster es una película que por cualquier lugar por donde se le mire, está llena de kilates: su director es el inglés Ridley Scott, creador de obras maestras del género de la ciencia ficción como Blade Runner y Alien. El reparto lo encabeza el actor norteamericano Denzel Washington, ganador de dos premios Oscar a mejor actor por películas como Día de entrenamiento y Gloria.  Lo acompaña el australiano Russell Crowe, ganador del Oscar por Gladiador y nominado en dos ocasiones más.  Su guionista es Steven Zaillian, ganador del premio Oscar por el guión adaptado de La lista de Schlinder y escritor de obras como Una acción civil y Pandillas de Nueva York. Su dirección de arte la realizaron dos experimentados como Arthur Max y Beth Rubino quienes tienen obras destacadas como La caída del halcón negro y Gladiador para el primero y Las reglas de la casa de cidra y World Trade Center para la segunda. Y en el reparto de coprotagonistas, tiene actores como el inglés Chiwetel Ejiofor, el norteamericano Josh Brolin y la octogenaria Ruby Dee.  Con todos estos elementos, si la obra hubiera fracasado, hubiera sido un monumental desperdicio.  Pero no lo fue.  American Gangster supera las expectativas que podían haberla puesto como una película más de acción. 
Lo mejor sin lugar a dudas, es su contextualización. Los terrenos que pisaron para contar esta historia son bastante delicados para la cultura norteamericana porque desde la segunda guerra mundial, los imaginarios que ellos han creado con la exportación de su cultura por medio de las películas, ha estado atestado de imágenes positivas y grandilocuentes, casi de postales, para mostrar a Estados Unidos como el lugar ideal para vivir. Pero, de vez en cuando aparecen películas de mayor distribución y producción, que muestran lugares no revelados en la pantalla gigante con anterioridad (hay que hacer caso aparte con el cine independiente que se especializa en mostrar esto pero que poco se ve) y en American Gangster uno de ellos, es el escenario comercial de la guerra Vietnam y el papel que las fuerzas militares en Vietnam tuvieron en el tráfico de la heroína mientras miles se asesinaban en la guerra. 
Al hacer un recuento de las obras cinematográficas hechas acerca de esta guerra, que son muy costosas,  la gran mayoría de estas retratan por una parte el heroísmo de los combatientes y por otro los dolores que pasaron los soldados enviados incluso en enfrentamientos entre ellos mismos, pero pocas veces se ha hablado del trasfondo comercial tanto lícito e como ilícito que tuvo este prolongado conflicto armado.   En medio de esto aparece el protagonista, Frank Lucas, quien como buen empresario norteamericano descubre la manera de obtener un producto de alta calidad a bajo costo, para venderlo a un precio aún más bajo que sus competidores.  Aunque esto suene a una práctica normal en el mundo empresarial de la globalización, lo que cambia en American Gángster es que este comercio se hace con heroína y lo hace un hombre afroamericano a finales de los años sesenta, lo cual convierte al relato más interesante en su presentación, porque su personaje no es el prototipo del afroamericano con dinero, ruidoso y excesivo, sino el de un hombre de bajo perfil que no muestra todo su poder, que se preocupa por su familia y que cuida a la gente del barrio Harlem en Nueva York.  Es todo un golpe, aunque tardío, a la doble moral norteamericana.
Desafortunadamente cuando la obra trata de convertirse en un duelo de integridad entre Frank Lucas y su perseguidor, el incorruptible policía, Richie Roberts (Russell Crowe) ahí es donde la película empieza a perder su identidad y a recordar a otras ya memorables.  Es inevitable pensar en el duelo de gigantes que tuvieron Al Pacino y Robert De Niro en Heat de Michael Mann, que tuvo mucho más estilo de dirección que esta, o en la honestidad de Serpico de Sydney Lumet en la que vimos también a Pacino luchando contra una gran red de corrupción interna de la policía.
Ridley Scott es un director muy experimentado, quien ahora ha tenido en este guión en una oportunidad para demostrar muy bien sus habilidades, especialmente en la ambientación que tanto recordamos de otras obras importantes como Los duelistas o Gladiador.  Es cierto que sus últimas películas Un buen año, El reino del cielo y Los impostores que aunque no fueron nada trascendentales, si fueron muy bien realizadas, pero con American Gangster demuestra que a sus setenta años es uno de los directores que mejor cuenta las historias de gran envergadura, con exploración del temperamento de sus personajes y la relación con sus mundos.   No estará a la altura de sus obras más recordadas, pero deja ver sus destrezas nuevamente con toda la reconstrucción de finales de los años sesenta y comienzos de los setenta.
Es recomendada para quienes quieran ver una película muy bien contada, pero no para quienes esperan que sea una película merecedora de premios Oscar o de otros premios. 

Paraíso Travel: el Paraíso perdido en Nueva York

 (Escrita el 29 de enero de 2008)

En cualquier tipo de relato cinematográfico, uno de los elementos que más retribuye el público es la narración envolvente de la historia, que ha sido diseñada por su autor, tanto en su guión como en su dirección.  Y este es uno de los grandes valores que tiene la película colombiana Paraíso Travel del caleño Simon Brand.      Muchos mitos se escuchan en Colombia acerca de los compatriotas que han entrado como ilegales en Estados Unidos a tratar de vivir la porción que les corresponda, de lo que ha sido denominado desde el siglo diecinueve “el sueño americano”. Este sueño en la realidad ha tenido mayores ganancias y espacios para los europeos que poblaron el país norteamericano, que para los inmigrantes de países y latitudes menos desarrollados industrialmente, como es el caso de Colombia.
Así que al ser ya conocida la temática de inmigración ilegal de Paraíso Travel, la expectativa que se generó, al recopilarse los testimonios de los sufrimientos y humillaciones de sus personajes, se cumplió efectivamente, ya que el guión de la obra también lo realizó el autor de la  misma novela, el antioqueño Jorge Franco, junto a Juan Manuel Rendón, lo que le permitió mayor cercanía con las historias que se estaban entrelazando en Nueva York.
Las temáticas de muchas películas colombianas con respecto a la guerra, al narcotráfico, al sicariato y a otros tantos problemas que audiovisualmente Colombia se ha acostumbrado a exportar, se encuentran en una fase de desgaste y han creado un imaginario negativo fuera del país del cual nos quejamos cuando se habla de Colombia, pero que la mayoría de obras exhibidas en circuitos comerciales y de festivales lo refuerzan constantemente.  Precisamente una novela anterior de Franco llevada al cine fue “Rosario Tijeras” y esta dejó un mal sabor acerca de la colombianidad, además de haber tenido una narración bastante desigual y sin cohesión.
En cambio en “Paraíso Travel” es contada una problemática mundial y en especial latinoamericana, pero desde el punto de vista de los colombianos y ahí es cuando el relato cobra más fuerza.  Dentro de sus casi dos horas de duración, encontramos en su puesta en escena valores como la perseverancia, la supervivencia, la alegría, la generosidad, la entrega y el ingenio. Y es muy saludable para el público nacional encontrar ese tipo de reconocimientos de la idiosincrasia colombiana en pantalla.
El papel principal que lleva a cuestas el personaje Marlon Cruz - muy bien interpretado por el joven actor Aldemar Correa - desarrolla una línea de aprendizaje con dignidad, en condiciones supremamente adversas, pero siempre recibiendo una mano inesperada de compatriotas suyos.
La narrativa paralela de la película nos devela la misteriosa personalidad de Reina - en el papel más rutilante de todos, magníficamente interpretado por la también novata Angélica Blandón - , quien arrastra con sensualidad, perseverancia y enceguecimiento a Marlon en la  persecución del sueño de una vida mejor en el norte del planeta. Allí se cuenta la cruda y cruenta entrada ilegal a Estados Unidos desde Colombia, pasando por Guatemala y México.
Los personajes secundarios también hicieron su gran aporte: Vicky Rueda como la caleña, aunque es recargada en algunas escenas, retrata muy bien a otro segmento de Colombia, que se gana la vida de una manera menos ortodoxa que los demás personajes, que es cobrando por abrir las piernas.
La intervención de otros actores latinoamericanos en esta ocasión (muy distinto a fracasos como el de “El amor en los tiempos del cólera) si fue muy acertada: Ana de la Reguera en su papel de Milagros, la mexicana que ayuda a Marlon a salir adelante es muy creíble como la mujer que sueña con ser cantante, mientras sobrevive en la calle y quien hace parte de una inmensa familia mexicana.  También hace su aporte el venezolano Pedro Capo Rodríguez como Giovanni, el compañero de trabajo de Marlon, y en una interpretación cómica y a veces exagerada, está la del reconocido actor colombo americano John Leguizamo, quien es Roger, otro de los latinos que le da posada y alegría a la vida de Marlon.  Cierra este casting, la reconocida actriz Margarita Rosa de Francisco, con un papel totalmente distinto a sus anteriores registros como una mujer alcohólica y destartalada, quien es presa de la vida callejera en Nueva York.  
 
“Paraíso Travel” es una buena película que muestra el mejoramiento de la producción nacional, no solo en lo técnico, asunto que ya se ha superado desde algunos años, sino también en lo narrativo e interpretativo. Simon Brand sin lugar a dudas se ha anotado otro éxito cinematográfico después de su primera intervención en Estados Unidos con Mentes en blanco y esta película demuestra que su carrera está en alza y que vamos a esperar obras importantes más adelante.

Ligeramente embarazada: la dama y el vagabundo

(Escrita el 27 de noviembre de 2007)


La oferta de comedias en la cartelera de Bucaramanga, se ha caracterizado en los últimos meses por presentar únicamente películas norteamericanas de Hollywood y entre ellas los títulos que se ofrecen no se destacan precisamente por su innovación.  Se determinan  más por ser clichés de éxitos anteriores, secuelas que ya tuvieron éxito comercial en años anteriores o intentos por crear en el desgastado subgénero romántico más historias de amor improbables que finalmente terminan siendo tediosas.  Han pasado títulos como: Una Pareja Explosiva 3, Los declaro Marido y Larry, Encantada, Una casa patas arriba, Una película épica y Música y letra, entre otras desgracias. Por eso entre tantos retazos la aparición de Ligeramente Embarazada (Knocked up) sobresale por encima de ellas de manera imponente, haciendo la aclaración, que es solo dentro de la oferta actual.  Ligeramente Embarazada se presenta como una obra hilarante en muchos momentos y aunque no es absolutamente brillante, si tiene una estructura narrativa que soporta tanto la comedia como el romance y los momentos dramáticos.   

El argumento se centra en Ben Stone (Seth Rogen) y Alison Scott (Katherine Heigl) quienes después de una noche de fiesta en la que se conocieron y posteriormente compartieron la cama, se ven casi obligados a llevar una relación al quedar ella embarazada.    Los mundos de los dos personajes no pueden ser más distintos: ella es una periodista en ascenso en el canal E! Entertainment y él, un vago declarado que piensa hacerse rico algún día lejano con sus amigos por medio de una página web de secretos morbosos del cine.   Aunque habría que recordar unas grandiosas parejas como la de Sonia Braga y Marcello Mastroianni en Gabriela o la de Robert De Niro y Jodie Foster en Taxi Driver o también la que hicieron Ruth Gordon y Bud Cort en Harold and Maude, la de Rogen y Heigl  es una pareja que a la luz de hoy recordaría lo que en 1955 fueron los dos personajes animados que hizo Walt Disney con su resonada película La dama y el vagabundo.  No obstante, hay que aclarar que el personaje de Seth Rogen es aun más desaliñado que “Golfo” el perro protagonista de la obra de Disney y que el personaje de Allison debería aprender algunas normas de etiqueta de “Reina”.
El camino que decidió tomar el guión de Judd Apatow quien también es el director, fue el de confrontar las actitudes de los personajes y no los mundos que representan entre sí.  Pudo haber caído en la lucha de clases sociales, pero se direccionó en primer lugar, al camino de las responsabilidades por la llegada de la nueva criatura y posteriormente al cambio de hábitos que la situación les exige a los futuros padres.  A su vez, la contraparte de los personajes coprotagónicos redondea las situaciones dramáticas con las disputas diarias de Debbie (Leslie Mann) la hermana mayor de Allison y su esposo Pete (Paul Rudd) quienes además de llevar un matrimonio tenso son el modelo de convivencia cercano para la nueva pareja de Allison y Pete.   Caso aparte son los cuatro compañeros de casa de Pete, quienes reúnen entre ellos un gran peso en la balanza de la comedia al ser parte de los momentos de mayores carcajadas tanto por las situaciones como por los diálogos de profundo inutilidad que sostienen en sus apariciones en pantalla.  Son un grupo de desocupados, ociosos y perezosos que durante mucho tiempo han sido la gran compañía de Pete.
La comedia ha sido en definitiva el camino que mejor ha maniobrado Judd Apatow en su extensa carrera en el mundo de la producción audiovisual.  Fue productor de películas como Supercool, Pateando y gritando y La leyenda de Ron Bungurdy, estas dos últimas con Will Ferrell como protagonista.   Fue guionista de Las locuras de Dick y Jane con Jim Carrey  y fue productor ejecutivo de series de televisión como El show de Larry Sanders, Freeks and Geeks y El show de Ben Stiller. 
Como director y guionista, Ligeramente Embarazada es su segunda película. Ya antes había logrado recoger muchos aplausos en 2005 con Virgen a los cuarenta años con Steven Carell, en la que desarrolló la situación de un hombre virgen a esa edad, que es descubierto por sus compañeros de trabajo.  Sus pergaminos demuestran que ha trabajado junto con los cómicos más importantes de la actualidad en Hollywood, y su valor agregado está en ser el escritor de muchos de los mejores “gags” y líneas de estos notables actores del género.
A pesar de que Ligeramente Embarazada se siente alargada y algunas de las situaciones son muy forzadas y vulgares , esta es la mejor obra de la filmografía de Judd Apatow.   Es una mirada con comicidad a la difícil experiencia de empezar a ser padres, donde no dejó por fuera el aporte de los seres cercanos que ya han pasado por esa experiencia y que a su acomodo, unas veces rígido, otros relajado, tratan de ayudar a conformar una nueva familia.  También los diálogos entre parejas femeninas y masculinas tienen grandes momentos que se acercan a la realidad de lo que se piensa pero que no se dice en medio de las disputas entre parejas.
Esta película es recomendada para los que quieren volver a reír en una sala de cine, en vez de esperar los chistes ya cansados de Hollywood, que hacían pensar que la comedia como género en la actualidad, estaba siendo un recuerdo clásico del cine, por allá mucho tiempo atrás cuando si hacían reír.