lunes, 29 de noviembre de 2010

Petróleo sangriento: petróleo y avaricia

(Escrito el 26 de agosto de 2010) 

El viraje que la economía de la humanidad dio hacia el petróleo desde finales del siglo XIX, ha sido uno de los más polémicos en la historia de los dos últimos siglos, porque la presión de las grandes potencias económicas por obtenerlo, extraerlo e industrializarlo, ha traído grandes desgracias para los pueblos que han tenido bajo su suelo el preciado líquido.  Los países del Medio Oriente, Asia, Suramérica y África por sus débiles economías, han tenido historias de guerras y daños internos por tener en su suelo este recurso no renovable. Ahora con la película Petróleo sangriento (There will be blood), Estados Unidos ya no centra su punto de vista en estos países, sino que voltea la mirada hacia su tortuoso pasado en el que se forjaron varios de los más famosos magnates del petróleo en su propio territorio.

Basada en la novela Petróleo del novelista y ganador del premio Pulitzer, Upton Sinclair, reconocido por denunciar los abusos de los poderosos del país norteamericano, la película cuenta la historia de Daniel Pleinview, un incansable buscador y extractor de petróleo, quien ciegamente persigue su obsesión por conseguir más pozos para cavar, en los estados del sur de E.U. a comienzos del siglo XX en una historia que se cuenta en un periodo de cincuenta años.

La obra fue adaptada por el director californiano Paul Thomas Anderson quien es reconocido en su trayectoria cinematográfica por sus retratos de solitarios en sus anteriores obras como Sydney, Boogie Nights y Magnolia, donde la calma para caracterizar y desarrollar sus personajes son parte clásica de su estilo narrativo.  En Petróleo Sangriento lo hace detalladamente, -tal vez demasiado-, con su personaje principal, en especial con la secuencia inicial de presentación de Pleinview en la que prácticamente en varios minutos sin musitar una sola palabra, exhibe la tozudez, obstinación y fiereza de este personaje que no cree en la bondad de la humanidad y que solo su empeño por conseguir su objetivo lo hace levantarse cada día para vivir.

La actuación del actor irlandés Daniel Day Lewis como Pleinview es uno de los puntos más acertados porque muestra ampliamente este personaje de carácter desbordante con toda su malicia, egoísmo y  crueldad, contra todo aquel que se interpone en su camino por conseguir más pozos. La obtención del premio Oscar a mejor actor que obtuvo este año, estaba más que anunciada por encima de los otros candidatos, y su interpretación seguramente será una de las más recordadas.  Además también obtuvo sendos premios en la misma categoría en los Premios Globos de Oro y en los BAFTA de Inglaterra.  La película fue hecha a su medida y muy por encima de la interpretación que por algunos momentos fue caricaturesca en Pandillas de Nueva York de Scorsese cuando interpretó a Bill El Carnicero.  Con solos su presencia y su silencio, el actor hace una representación absoluta en cada cuadro que aparece.


También la fotografía de Robert Elswit es uno de los puntos sobresalientes, porque deslinda el trabajo en los pozos de extracción con una mezcla de colores marrones, blancos y negros.  Y también lo es su banda sonora hecha por Jonny Greenwood que en su minimalismo amplia los sonidos naturales de los pozos petroleros y mejora la ambientación de cada escena en que aparece.

Pero desafortunadamente la obra se toma tanto tiempo en mostrar todas sus virtudes que se alarga demasiado y no permite disfrutarla tanto. Se le admira, pero no logra llegar a la fascinación. Los enfrentamientos de Pleinview con el reverendo Eli Sundae son unos de sus puntos más altos, pero duran tanto que se vuelve desgastantes, y la obra que es consecuente con su relato de crueldad, al final termina minada por tanta duración.  De todas maneras vale la pena verla porque en la dirección de Anderson, hay un compromiso por contar de cerca la realidad de la obtención de fortunas petrolíferas en los Estados Unidos.

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