lunes, 29 de noviembre de 2010

Tropic Thunder: los falsos ídolos de las películas de guerra

(Escrito el 21 de octubre de 2008)

Las películas acerca de la guerra de Vietnam se convirtieron en un subgénero dentro del género del cine bélico. Esta guerra no declarada por los Estados Unidos, contó con el  apoyo de este a la República de Vietnam - ubicada al sur - con tropas, armas y suministros,  para contrarrestar el avance del comunismo en la República Democrática de Vietnam - ubicada al norte -. Como en casi todo donde Estados Unidos mete sus narices e intereses, el cine también ha estado presente con sus obras y afortunadamente ha dejado gran número de películas valiosas para la historia del cine, pero también muchas de ellas para olvidar. 
  
Entre las valiosas se cuentan Apocalipsis Now, Nacido para matar y la trilogía Platoon, Nacido el cuatro de julio y Entre el cielo y la tierra, todas ellas realizadas por tres grandes directores: Francis Ford Coppola, Stanley Kubrick y Oliver Stone respectivamente.   Para olvidar, la segunda y tercera parte de Rambo, las de Prisioneros de Guerra con Chuck Norris y en especial, la serie de televisión La misión del deber.
Una guerra de película (Tropic Thunder) es una parodia a este subgénero y en varios momentos hace burlas a escenas memorables de esas películas que un actor como Ben Stiller, quien además es el director, sabe encajar muy bien.  La introducción de su papel protagónico es una burla a la muerte de Elías, un memorable personaje de Platoon, y muestra lo que va a ser en líneas generales la primera lectura de la obra: una gran broma al belicismo norteamericano en el cine.   También lo son, la explosión que arruina el presupuesto de la filmación, muy similar hasta en el ataque de aviones de Apocalipsis Now y la locura de los soldados cuando tienen en su poder una metralleta tal y como sucedió en Nacido para matar.
La película está colmada de explosiones, balas y persecuciones, pero por encima de ellas, lo que más recordación deja, es la segunda lectura del discurso de la película: la irracionalidad de las producciones de Hollywood para las películas de guerra.  Y aquí es donde la película adquiere una fortaleza mayor en la costosa dirección de Stiller. No queda bien parado ninguno de los estamentos de la industria más poderosa del mundo del cine.  Los actores son mostrados como egocéntricos, prepotentes, groseros, inseguros,  petulantes y adictos.  Los directores como ineptos que no saben tomar una gran decisión. Los productores como avarientos y despiadados devoradores de las ganancias,  los escritores como mentirosos que inventan historias basadas en hechos falsos y los especialistas en efectos como hombres sedientos por la destrucción. En términos generales los muestra a todos como falsos ídolos.
El elenco reunido para Una guerra de película es de lujo y muy costoso, y de este la mejor interpretación en la pantalla es la que hace Robert Downey Jr. quien encarna al actor australiano Kirk Lazarus, un hombre arrogante, que solo hace grandes papeles y que cambia su físico por completo en cada película.  Con Kira Lazarus hacen claramente mofa del estilo de actuación y comportamiento de Russell Crowe. Su voz impostada, sus movimientos calculados y sus frases con delirios de grandeza hacen de su personaje el más gracioso de todos.  Por su parte, Ben Stiller en su papel como Tugg Speedman (muy parecido a Tom Cruise) tiene buenos momentos, pero su papel se asemeja mucho al que interpretó en Zoolander. Pero quien logra un papel hasta cierto punto sorprendente, porque luego se vuelve exagerado, es el propio Tom Cruise como Les Grossman, el cruel productor de cine que atropella a todos los que están bajo su mando.
Los demás actores hacen los papeles a su medida y para lo que fueron llamados: Jack Black como un actor adicto, perezoso, gracioso e histérico. Matthew McConaughey como el agente protector y adulador. Nick Nolte como un hombre aparentemente torturado y Steve Coogan como el descompuesto y maltratado director.
Pero a pesar de la fortaleza de los elementos mejor vistos, la película no es brillante en su unidad y aunque hace una fuerte crítica, no logra la comicidad que en el pasado logró hacer Stiller en obras como Zoolander y Reality Bites.
Tropic Thunder es una película extremadamente costosa que exagera en toda su propuesta. Al final por tanto despilfarro llega agotado su discurso, pero al fin y al cabo es Hollywood burlándose de Hollywood y allí todo tiene que ser desmesurado. 

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